Las heces se suelen considerar como un producto de desecho
— algo de lo que apetece deshacerse rápidamente tirando de la cadena. Pero las
heces pueden proporcionar a los médicos una información muy valiosa sobre las
posibles causas de los problemas de estómago, intestino u otras partes de
sistema digestivo de sus pacientes.
Es posible que el pediatra de su hijo le pida que recoja
muestras de heces para descartar o diagnosticar diversas afecciones, como:
una alergia o
proceso inflamatorio, por ejemplo, como parte de la evaluación de la alergia a
la proteína de la leche en un lactante
una infección,
como las provocadas por algunos tipos de bacterias o virus, o una infestación
parasitaria en el tubo digestivo
otros problemas
digestivos, como la malabsorción de ciertos azúcares, grasas u otros nutrientes
pérdidas de
sangre en el interior del tubo digestivo
El motivo más frecuente para solicitar la recolección de
heces es determinar la presencia de bacterias y/o parásitos en el tubo
digestivo. En el intestino humano viven muchos microorganismos que son
necesarios para el proceso digestivo. No obstante, a veces el intestino se
infecta con bacterias o parásitos nocivos que pueden provocar diversos
trastornos, como ciertos tipos de diarrea sanguinolenta. En tales casos,
probablemente será necesario examinar las heces al microscopio, cultivarlas y
hacer otras pruebas para ayudar a esclarecer la causa del problema.
A veces se analizan las sustancias contenidas en las
heces, por ejemplo, se puede analizar la cantidad de grasa que contienen.
Normalmente, la grasa se absorbe completamente en los intestinos, por lo que
las heces apenas contienen grasa. No obstante, en ciertos tipos de trastornos
digestivos, la grasa se absorbe de forma incompleta y permanece en las heces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario